martes, 5 de octubre de 2010

MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE SANDOVAL


Allá por los años 60 y gracias al catálogo monumental de Manuel Gómez Moreno, descubrí por vez primera el magnífico Monasterio de Santa María de Sandoval, declarado Monumento Nacional en 1931 y a tan sólo 20 kilómetros de León, escondido en el pueblo de Villaverde de Sandoval, e ignorado por la gran mayoría. Mis sentimientos contrapuestos, admiración por la gran obra arquitectónica, e indignación por el estado de abandono, perduran en el tiempo.

Próximo a la confluencia de los ríos Esla y Porma, nos encontramos con el monasterio cisterciense de Santa María de Sandoval. El monasterio se levantó sobre terrenos llamados Sotnoval (Saltus Novalis), que fueron donados en 1.142 por Alfonso VII a su servidor el conde Pedro Ponce de Minerva, quien en 1.167 otorgo los terrenos al abad Diego Martínez y otros doce monjes bernardos, procedentes del monasterio vallisoletano de la Espina. El monasterio aumentó sus dominios con donaciones reales, como las realizadas por Doña Urraca, en cuyo honor se celebraría un aniversario cada 25 de junio.

La decadencia vino durante los siglos XIV y XV, lo que motivó su integración en 1.186 en la Congregación de Castilla, que promoviera Martín de Vargas para restaurar la observancia monástica. El edificio conventual fue pasto de las llamas en dos ocasiones en los años 1.592 y 1.615, que hicieron necesaria su restauración. Estuvo habitado hasta el año 1.835 en que padeció las consecuencias de la Desamortización de Mendizábal, quedando totalmente abandonado.



El conjunto se estructura en la manera del Cister, con un gran claustro central en uno de cuyos lados se ubica la iglesia, en el opuesto del refectorio, calefactorio y cocina. En el lado perpendicular a la cabecera de la iglesia, la sala capitular y la sala de trabajo de los monjes con los dormitorios en la planta superior. En el lado opuesto a éste, el edificio destinado a los conversos, que incluía bodega, refectorio y dormitorios y junto a el la granja, con su patio y cobertizos.

Puede establecerse la fecha de su comienzo en la ultima década del siglo XII. El templo tiene planta de cruz latina, y se estructura en tres naves, crucero y tres ábsides semicirculares. Las naves de la iglesia se dividen en tres tramos delimitados por arcos ligeramente apuntados, que descansan en columnas adosadas a pilares cruciformes.

La cabecera se compone de tres capillas de planta semicircular, divididas interiormente con haces de columnillas, ligadas con los refuerzos exteriores de las mismas y que constituyen una peculiaridad del edificio. Originalmente sólo se construyeron el primer tramo de las naves y la cabecera, añadiéndose posteriormente los dos tramos restantes empleando elementos del lenguaje gótico, obra que se debe al abad Pedro de la Vega, según inscripción de 1.462 en el muro del evangelio.

En el hastial del brazo norte del crucero tenemos la portada románica, en donde hay que destacar el juego de arquivoltas articuladas en diferentes geométricas. El hastial meridional se prolonga por una espadaña de realización posterior. La puerta practicada en el tramo correspondiente a la ampliación de las naves laterales, se encuadra en la época gótica, enmarcada por arquivoltas, con figuras de monjes en los capiteles.

Del edificio conventual solo se conserva el ala oriental del claustro, abriéndose hacia él, dos puertas con arquería de medio punto, para el armariolum (biblioteca) y sacristía por su forma cuadrada.

Entre piezas medievales de interés que aun se conservan en el templo, destaca un capitel mozárabe del siglo X, utilizado como pila de agua bendita. En la capilla del evangelio se conserva la primitiva mesa de altar.




















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