martes, 12 de octubre de 2010

EL CARMÍN DE LA POLA


La Pola, en el centro de Asturias, es una villa populosa que gusta de romerías. Con la llegada del verano siempre celebra una de las más bulliciosas y concurridas fiestas veraniegas: El Carmín. Este año cae el lunes 19 de julio.

La gente prepara sus empanadas y sus tortillas, y corre la sidra a raudales. La indumentaria estandar es: tejanos, camiseta blanca y pañuelo azul Asturias al cuello. Cualquier sitio es bueno para la fiesta, pero los polesos han escogido la naturaleza. Una isla verde cercana al casco urbano, con foresta incluida para estar a la sombra si el calor aprieta. La gente más madrugadora sube al prao sobre las cinco de la tarde. Hay un acto protocolario, una avanzadilla que redobla tambores y gaitas inaugurando la romería y la acampada. Proliferan las bandas de música, los chiringuitos, y el tiempo pasa rápido entre el excelente ambiente, pudiendo alargarse hasta bien entrada la madrugada.

Cuando se regresa a la villa, los romeros piden agua a sus vecinos. Y desde los balcones asoman los calderos para empapar al personal. "No sea rata que el agua está barata", ese es uno de los lemas para que llueva desde las casas. Después del diluvio continúa la fiesta por la villa. Algunos se cambian de ropa, pero son muchos los que bailan con sus camisetas mojadas. Ahora es una cuestión generacional. Los más mayores se acercan a la verbena clásica, los jóvenes suelen atiborrar pubs y discotecas hasta que el cuerpo aguanta.

Pero el Carmín no es un evento circunstancial ni caprichoso, es una fiesta con solera y muchos argumentos. Podemos retroceder en el tiempo y así aproximarnos a la esencia misma de un festejo que hoy en día no conoce fronteras. Ya en el siglo XVII se levantó una capilla dedicada a Nuestra Señora del Carmen sita en la plaza de lo que hoy es "Les Campes", aunque posteriormente fue demolida en 1810 por acuerdo de los hermanos cofrades de la Cofradía del Carmen ya que servía de parapeto a los franceses. Su retablo y su imagen cambiaron de sitio de adoración, pasando entonces al templo parroquial que fue quemado en la revuelta del 36. La celebración siempre se reservó para el domingo siguiente al 16 de julio de cada año, y a causa del elevado número de cofrades de la hermandad, la fiesta se repetía al martes siguiente, más pequeña, y por ello la llamban "el Carmín".

La imagen de la ermita se sacaba en procesión para que todos pudieran verla. La numerosísima concurrencia y los romeros la adoraban a la sombra de los viejos castaños. De despedida, el tradicional baile de la Danza Prima, con el estribillo "viva la Virgen del Carmen". Las empanadas de anguilas reponían las fuerzas de los romeros. Con el tiempo, algunas cosas han ido cambiando, a principios del siglo XX la Banda de Música anunciaba el comienzo de las fiestas, la primera verbena se celebraba siempre en la plaza de la iglesia hasta que en los años 20 la creación del parque cambió la fisonomía de la Pola y de la fiesta. Hoy en día, los actos religiosos quedan un tanto relegados por el eco que actualmente tienen los profanos. La que se conoce como "Romería de Asturias" sigue teniendo una acogida excepcional y como ya se ha dicho, los polesos y foráneos acuden al prao con sus empanadas, no ya de anguilas, sus bollos preñaos... y sus buenas botellas de sidra. Hoy como hace 300 años el Carmín es un lujo festivo y fieles a los antepasados miles de personas bailan la Danza Prima por las calles: Ay! un galán d'esta villa/ Ay! un galán d'esta casa/ Ay! él por aquí venía/ Ay! él por aquí pasaba/ Ay! diga lo que él quería...

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