viernes, 8 de octubre de 2010

LA LUCHA LEONESA




La Lucha Leonesa o Aluches (de ahora en adelante), como popularmente es conocida, es uno de los deportes autóctonos más antiguos de cuantos perviven en toda España. De supuesto origen astur y prerromano, los aluches conservan un cierto sabor rural y primitivo de aquel con el que nacieran. Cada verano, coincidiendo con las fiestas patronales de los pueblos comienza a verse luchadores por las eras de los pueblos practicando la luche. Los corros de aluches, típicos de una zona muy concreta de la montaña y ribera leonesas, se remontan de forma, más o menos, conocida al siglo XIV, época en que la repoblación presentaba frecuentemente conflictos fronterizos por los pastos del ganado. Las luchas entre ganaderos, pastores y labriegos como consecuencia de los pastos para el ganado se conocen ya desde el siglo X.

En esa época las cosechas no eran abundantes y tenían un riesgo muy alto de perderse por la climatología, incendios, plagas, etc. El ganado, en cambio, era más rentable y podía llevarse de un lugar a otro dependiendo de las circunstancias, porque no hemos de olvidar que las disputas y la violencia en forma de guerras eran algo cotidiano. Las disputas y peleas por los pastos entre pastores y ganaderos o con los agricultores provocaban luchas amistosas y no tan amistosas. Así nació la leyenda de las luches y también las migraciones ganaderas de donde surgió La Mesta. Esta es una de las muchas razones por las que, desde siempre, se ha hablado de los pastores como practicantes, transmisores y responsables de la práctica de la lucha leonesa.

Es bien cierto que los aluches y su práctica han tenido desde siempre mucha relación con determinadas profesiones como los ganaderos, pastores, molineros, canteros, leñadores, etc. Se podría decir que viendo la evolución de la Lucha Leonesa se van conociendo los cambios económicos y sociales en los que se ha visto inmerso León. Además, los aluches es el único deporte de combate que permanece vivo en la Península Ibérica de todas las modalidades de lucha que existían hasta este siglo como: lucha de la cruz (Salamanca), vueltas o marañas (Muga de Sayago-Zamora), engarrucha y aluches (Cantabria), loita (Galicia), luchas o trinchas (Zamora), galholfa (norte Portugal), baltu (Asturias), valto (Concejo de la Lomba - León), valtío o aluchas (La Cepeda - León), lucha del Roncal (Pirineos) y probar a juntar (Baleares).

Son un deporte de combate en el que dos contendientes, con agarre fijo a sendos cinturones de cuero, tratan de tirar a su contrario al suelo mediante una serie de mañas. La forma de agarrar es como sigue: La mano izquierda va colocada a la mitad de la espalda del contrario, por debajo del brazo derecho de éste, el pulgar por dentro y el resto de los dedos rodeando el cinto afuera y cerrando la presa junto con el pulgar. La mano derecha va colocada por encima del brazo izquierdo del contrario, en la mitad lateral-delantera del costado izquierdo del contrario, el pulgar por fuera de arriba hacia abajo rodeando el cinto y el resto de los dedos por dentro del cinto de abajo hacia arriba, cerrando la presa junto con el pulgar. (existe el mismo agarre a derechas, es elección de los luchadores). Vence el primero que en minuto y medio o tres (dependiendo de la ronda en que se esté) de combate tiene mayor puntuación o suma dos caídas, que es lo más habitual. Las distintas formas de puntuar son: Caída entera: Cuando se consigue hacer tocar al contrario con la zona que va desde los glúteos hasta la zona cervical. Caída media: Cuando el contrario se suelta del cinturón; toca en el suelo con el pecho o la zona del costado.

Pero los luches no siempre fueron como hoy día; conocemos tan solo referencias, más o menos descriptivas y fiables, desde el último cuarto del siglo XIX que apenas variaron hasta 1930. Las formas de agarrar y de puntuar eran muy diversas; la riqueza motriz y variedades luctatorias que esto suponía era tal que, a veces, incluso en localidades vecinas se "aluchaba" de forma diferente. Las maneras de cogerse los luchadores eran: había agarre libre a pantalones o bragas de sayal o estameña (una tela muy resistente), agarre a cinto y bolso del pantalón, agarre a la trincha del pantalón, agarre a un cinturón en la cintura y otro cinto en la pierna, agarre a brazo, agarre a cinto pero con sueltas de una mano...

Respecto a las caídas permitidas o válidas para ganar: En unos sitios sólo era válida para puntuar la caída de espaldas, en otros era a cuerpo tendido, en algunos con tocar con una mano o rodilla en el suelo ya se perdía, había sitios en que estaba permitido soltarse pero sin hacer maña con el brazo; se vencía dando una caída o en otros pueblos dos... Esas aluches del primer tercio del siglo XX eran la actividad festiva, recreativa e indispensable en cualquier romería de los festejos de los pueblos. Si no había luches la fiesta no era fiesta; sin aluches no había emoción. El corro de luches solía comenzar con el reto lanzado al aire, unas veces "¿hay quién luche? o "me calzo", otras "Mansilla a todos a correre y a luchare", "Riaño y un agregao a todos", etc; (el agregao era un buen luchador de otro pueblo distinto pero que ese día luchaba con los locales, era, como si dijéramos, el fichaje estrella).

El interés y ambiente que se vivía por parte del público allí congregado rayaba muchas veces la locura; el grado de tensión e interés se justificaba por una identificación a ultranza de su honor familiar del luchador de su pueblo, los de su valle o comarca, los de la montaña, etc.

En aquellos tiempos los aluches tenía la función social de destacar sobre pueblos adyacentes, competir con otras localidades; había piques entre grupos de luchadores que se retaban de una aluche a las siguientes luches en otro festejo. Este nivel tan alto de motivación y el grado de ansiedad e interés estaba muy relacionado con que era en una época muy corta del duro año laboral cuando se podían "permitir el lujo" de divertirse y de juntarse con otras personas con las que apenas tenían relación el resto del año. En definitiva salir de la rutina laboral que, además, era muy dura y sacrificada.

En nuestros días han cambiado muchas cosas pero este ambiente de vivencias sigue latente. Hay que tener en cuenta que en los últimos años el público que asiste a los corros ha crecido en progresión geométrica hasta llegar a las 40.000 personas que cada verano acuden, pagando entrada, a disfrutar con sus "ídolos". Este volumen de público es más importante si tenemos en cuenta que el 80% de las poblaciones donde se celebran los corros tienen menos de 200 habitantes y en algunas de ellas se congregan hasta 2500 personas, multiplicando por 10 su población. Como conclusión podemos decir que los aluches es el evento deportivo que más gente mueve en los meses comprendidos entre Junio y Septiembre en estas zonas, o mejor dicho, es el único evento deportivo con seguimiento por parte del público durante estos meses.

De toda la provincia leonesa es, únicamente, en su zona Nororiental donde más arraigo tienen los aluches. También la zona central limítrofe con León capital es lugar de lucha debido, sobre todo, a que la migración de las gentes hacia la capital, (hasta los años 60), llevó consigo la cultura y tradiciones propias entre las que se encuentran los aluches.

Los corros de aluches se celebran en tres zonas: Montaña Central , Montaña Oriental y Tierra de León. Estas zonas suponen 5712 Km2 que es más del 30% de la provincia leonesa. La mayor parte de estas zonas es media o alta montaña pero por lo que respecta a la Lucha Leonesa tradicionalmente sólo existen 2 zonas: Montaña.- Comprende todo el territorio que se encuentra al Norte de la línea de ferrocarril León - Bilbao. Ribera.- Comprende todo el territorio que se encuentra al Sur de la línea de ferrocarril León - Bilbao. Los enfrentamientos entre la montaña y la ribera, entre las peñas y el terruño, congregaban más de 5000 personas en un pueblo, provocaban la locura de sus seguidores y el entusiasmo o polémicas que suscitaba marcaba estos encuentros como algo épico. Por estas dos zonas discurren los ríos: Bernesga, Torío, Curueño, Porma, Esla y Cea (de Oeste a Este), que son las cuencas hidrográficas más importantes de la provincia de León. Las cuencas de los ríos también marcaban determinados enfrentamientos.

Tradicionalmente la luche no tenía categorías de peso, hoy existen cuatro categorías, ligeros con menos de 67Kg., medios de 67Kg a 77 Kg. semipesados de 77Kg. a 88 Kg. y pesados de mas de 88Kg. Antaño se luchaba todos contra todos y, además, no había eliminatorias, era todo seguido. El que un luchador de aspecto sencillo tirara a otro contendiente mucho más fuerte (hasta 30 Kg. o más) tenía más mérito que el ganar el corro. Esta luche pura permitía casos como el que un luchador tirara a 15 o 20 contrarios y luego le venciera uno y fuera éste el que quedara campeón del corro. Al contrario de lo que mucha gente desinformada dice, los luches no producen lesiones de gravedad.

Las mañas son las distintas técnicas o formas de tirar al contrario al suelo y en esto los aluches no han cambiado porque, obviamente, son las mismas de antaño. Curiosamente cada maña suele tener diferentes adjetivos con relación a su nombre, forma de ejecutarse, tipo de luchador que la hace, su semejanza con determinadas actividades de la vida del pueblo o su similitud con algunos aperos de labranza. La Media Vuelta, rápida como un relámpago. La Mediana, que roscaba la pierna derecha del luchador en la pierna izquierda del contrario y terminaba desplomando, de espaldas; la Dedilla empleada, por lo bajo, que hacía caer de bruces al enemigo, el Zancajo, arma de los fuertes, la Gocha tirada por piernas largas, pero sin arte, la elegante Cadrilada, levantando y revolviendo al enemigo con una maestría artística, bonita, el Garavito, arma favorita de los luchadores de poca talla, contra los mozones, eran mañas que entusiasmaban a un público consciente.

Estas eran las luches que se celebraban con el único fin de entretenerse y pasar el rato. Esta actividad fue la principal causa de pasarlo bien, la mejor disculpa para disfrutar con motivo de las fiestas y donde el premio, las más de las veces, era un gallo o un mazapán a medias con la carrera de la rosca. De los desafíos del "¿hay quien luche? o "me calzo", sin reglamentación fija, con costumbres y normas localistas, con distintos agarres y caídas, duración interminable, sin ninguna organización estable... se ha pasado a una, todavía incipiente, reglamentación que intenta deportivizar la única modalidad de lucha autóctona y tradicional que queda en la Península Ibérica. Como se puede ver el precio que la lucha leonesa tuvo que pagar para no desaparecer como las otras luchas fue el perder toda una riqueza de variedades de agarre, diferentes maneras de puntuar, acciones técnicas permitidas, variedades normativas, valores costumbristas, etc. Pero lo que ganó no fue poco: el seguir viva.

FUENTE: Andrés de la Torre y Remelende.












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